Un poco tarde, pero no vamos a acabar la semana sin las crónicas del último finde. Era nuestro segundo partido. Jugábamos en el colegio Maristas de Iturribide. Una cancha especial para mí, ya que debuté allá como jugador a los 16 años.
Empezaba el encuentro como debíamos. Defendíamos agresivos y corríamos el contragolpe, nuestras señas de identidad. Poco a poco nos escapábamos en el marcador. Pero a veces si no rompes y revives al rival ocurren estas cosas. Al descanso, 5 arriba. El oponente había metido 18 puntos, de los cuales nueve eran regalos totales nuestros.
A la vuelta de los vestuarios, comenzaba nuestra particular crisis anotadora. No conseguíamos correr, y en estático seguíamos con los problemas de todo el partido. Era imposible encontrar espacios en un campo tan pequeño. 11 puntos en 15 minutos nos ponían en mala situación. Cuatro abajo para remontar en algo menos de medio cuarto.
Tiempo muerto. Desde el banquillo pedí a mis jugadores una subida de las líneas de pase para posibilitarnos correr. Los jugadores hicieron caso, pero entre un par de errores fáciles, los fallos en tiros libres (hasta 19) y un par de churros rivales, nos fuimos con una justa derrota. No jugamos contra debimos y perdimos contra un Maristas bajo mi punto de vista inferior en juego. Veremos en la vuelta si es así o no.
Ahora quince días de descanso ya que hemos aplazado el partido del fin de semana que viene. ¡A seguir currando!
No hay comentarios:
Publicar un comentario